120 mujeres desvelan todo sobre el sexo en una reciente investigación

Si atendemos a los prejuicios de género, el deseo sexual de los hombres heterosexuales parece distinguirse respecto al de las mujeres por su simpleza. A decir verdad, se trata de un instinto que define una fase de apetito carnal previo a la excitación producido por la activación de un sistema neural específico del cerebro. Con lo cual, este no tiene nada que ver con el acto sexual ‘in situ’, sino que son una serie de características que tienen que ver con la aspiración que tienen los individuos, algo así como las preferencias en las cuestiones de alcoba.

Hay muchos estudios científicos que han investigado sobre las diferencias entre géneros. Y la mayoría de ellos establecen que la mujer goza de una mayor libido, además de presentar un cuadro de excitación más amplio. No hay más que echar un vistazo a las páginas pornográficas, las cuales cada vez más incluyen contenidos dirigidos para las mujeres (que lógicamente también pueden disfrutar los hombres). Las movilizaciones feministas de los últimos tiempos han propiciado que por fin sean tenidas más en cuenta, que no solo se denuncie la desigualdad social o económica, sino que también se ponga el foco en lo que verdaderamente desean.

La sexualidad femenina soporta una gran presión, muchas acuden a terapia sin saber qué es lo que falla

Esta fue una de las motivaciones de Katherine Rowland, una prestigiosa periodista neoyorquina, para pasar más de cinco años investigando en lo que más profunda y secretamente desean. Para ello, habló con 120 mujeres de distintas edades, razas y preferencias relacionales, así como con sexólogas. «El deseo masculino tiene una historia muy familiar», señala, en un artículo publicado en ‘The Guardian’ que da voz al estudio. «Pero los deseos femeninos, la forma en la que podrían transformarse, crecer o incluso extinguirse, provocan fascinación y dudas, pero también pánico».

A grandes rasgos, no es que haya un grado de deseo bajo o alto, sino que tiene diferentes tonalidades y características. Pero mayoritariamente se encontró con que muchas de ellas se quejaban de su falta de deseo y los problemas que esto entrañaba en su vida íntima. Esto es lo que lleva a que muchas de ellas se mediquen (en Estados Unidos existe la llamada ‘viagra femenina’ recetada por sexólogos) o tengan problemas a la hora de complacer a su pareja.

«La sexualidad femenina soporta una presión inmensa», advierte Rowland. «Tener la libido baja se presenta muchas veces como un problema de salud. Algunas de ellas con las que hablé acudían sin cesar a terapias para saber qué es lo que fallaba, probando tratamientos de testosterona o estimulantes químicos de la libido. Sin embargo, aunque creyeran que se debía a un mal funcionamiento suyo, en realidad esta falta de deseo se debía a las parejas torpes, a las rutinas superficiales, una educación sexual incompleta o el mismo aburrimiento».

En definitiva, fue a raíz de la mala calidad de sus relaciones íntimas por las que la mayoría de ellas sentían poca inquietud por la vida debajo de las sábanas. La investigadora pondera que las heterosexuales son las que se llevan la peor parte. «Pasé la mayor parte de mi vida sin saber qué es lo que quería», comenta una mujer de 40 años en el estudio.» Para algunas de ellas, la disminución de su deseo sexual también suponía una afrenta a su identidad», explica Rowland. «Les llevaba a los límites de lo que esperaban alcanzar, pues de algún modo se sentían obligadas a encontrar un solo hombre y estar satisfechas emocional y físicamente con él».

Un informe de 2010 revela que el 80% de las mujeres heterosexuales simula un orgasmo durante el coito, a diferencia de las homosexuales

Esto también viene refrendado por los datos. Una encuesta de 2017 realizada a más de 50.000 estadounidenses reflejó que las lesbianas tenían un orgasmo el 86% de las veces que hacían el amor frente al 65% de las heterosexuales. Esto llevó a los investigadores a pensar que efectivamente las orientaciones sexuales no normativas son más propicias a la hora de tener mayor deseo y satisfacción sexual. ¿Por qué? Según Eugenia Cherkasskaya y Margaret Rosario, autoras del estudio, por «la familiaridad anatómica, un índice de mayor duración sexual y el hecho de que no haya penetración».

Rowland acudió a terapias de mujeres en las que se hablaba de estos temas y descubrió que el deseo no estaba relacionado con no sentirse excitadas, sino más bien cómo las mujeres cohortan sus pasiones en la cama y acaban olvidando sus verdaderos impulsos sexuales o fetiches. «Las mujeres se lanzan a encuentros físicos que no desean o que realmente no han permitido que tengan un desarrollo adecuado», recalca la investigadora.

Otro informe de 2010 reveló que el 80% de las mujeres de orientación heterosexual simulan un orgasmo durante el coito vaginal. Es por ello que existe una gran tendencia entre ellas a fingir en la cama, sobre todo si su compañero sexual es un hombre.

El hecho de mentir a la pareja sexual sobre tu grado de satisfacción, aunque pueda ser una buena solución a corto plazo, hace que a medida que pase el tiempo te sientas peor. Lo más importante (y esto no hace falta que venga refrendado por ningún estudio) es siempre mantener una buena comunicación con la persona con la que te acuestas, y más aún si has decidido pasar con ella el resto de tu vida.

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