Si estás harta de que cada poco tiempo surja un nuevo término en el universo de las citas para explicar las nuevas dinámicas, piensa que en realidad, rara vez ocurren cosas realmente novedosas. Lo que pasa es que vamos dando con términos con los que dar nombre a clásicos que llevan toda la vida ocurriendo a la hora de ligar, por lo que en realidad tendríamos que celebrar poder hablar por fin de los traspiés sentimentales habituales empleando nombres que lo expliquen. Además, el que nazcan nuevas terminologías viene a demostrar que no somos las únicas que vivimos tales situaciones, y somos conscientes de que esta frase es el clásico “mal de muchos, consuelo de tontos” maquillado… El último término de moda en el universo de las citas es ‘cookie jarring’, una metáfora que en apariencia habla de esas galletas que nos esperan en el armario de la cocina por si nos entra hambre y que en realidad se refiere a estar saliendo con alguien mientras se tontea con otra persona para tener un repuesto en el caso de que la relación se vaya al traste. ¿Doloroso? Mucho. ¿Habitual? Mucho más de lo que pensamos…
¿Tontear implica ser infiel?
Por supuesto, la primera pregunta sería si tontear teniendo pareja puede ser considerado infidelidad. El equipo de contenido clínico de TherapyChat liderado por Isabel Aranda, psicóloga sanitaria y ‘Clinical Content Officer’, responde. “Dependerá del acuerdo al que hayan llegado los miembros de la pareja, un acuerdo mutuo donde se establezcan las premisas de la relación que tengan como base el respeto hacia las necesidades y la libertad de la otra persona, de manera que no haga sentir mal a nadie. El problema es que, con mucha frecuencia, no se establece este acuerdo y se dan por sentadas la exclusividad o la no exclusividad por cada uno de los miembros de la pareja. De ahí la percepción que cada uno pueda tener acerca de qué es para él o ella una infidelidad. Lo que para uno puede ser inofensivo, para el otro puede no serlo. Con todo, la mayoría de las personas podrían considerarla una infidelidad y sentirse traicionadas”, explican. María Pasión, ‘Dating Coach’ de Meetic, añade que «coquetear con otra persona no necesariamente puede ser considerado infidelidad, aunque no todo vale para los coquetos. Si para coquetear hasta la taquicardia niegan tener una relación, o mienten sobre su estado civil, sí están fallando a su compromiso y evidentemente están engañando a su pareja».
Los efectos del ‘cookie jarring’ para cada una de las tres partes
Las consecuencias pueden ser diferentes según el papel que ocupes en esta historia. Lara Ferreiro, psicóloga colaboradora de la plataforma Ashley Madison, plataforma para aventuras extramatrimoniales, comenta cuáles son dependiendo de tu situación. Señala que el que tontea teniendo pareja “tendrá sensaciones ambivalentes, sentimientos de culpa y ansiedad por ser pillado». También entra en juego el sentirse deseado por una tercera persona, así como replantearse al sentirse atraído por un tercero si quiere seguir con su pareja e incluso acabar siendo infiel. Ferreiro señala que el que tontea sin saber que el otro tiene pareja se puede sentir engañado si se entera, tendrá la sensación de que el otro miembro no le ha respetado y se encontrará en una situación de vulnerabilidad. “También se puede sentir culpable por estar fomentando algo que no va con sus valores, en el caso de que se entere que esa persona está con pareja, se podría sentir decepcionado y tendrá la sensación de haber estado perdiendo el tiempo”, explica. Por su parte la pareja, en el caso de entrarse, “podría ocasionar una pelea, crisis o ruptura. También podría plantearse por qué ha pasado esto y poder hablar entre los dos miembros de la pareja para ser sinceros sobre la relación de pareja”.
Qué dice de nosotros practicarlo
Tontear estando en una relación por miedo a estar solo (eremofobia) dice mucho de la sociedad actual, aunque el equipo de contenido clínico de TherapyChat cree que en realidad, se trata de un pavor no a estar solos, sino a quedarnos sin nada, por lo que se pone en marcha el denominado “efecto liana”. “Detrás podría haber necesidades no resueltas vinculadas con la falta de autoestima e con la inseguridad, con problemas con el ego, narcisismo, pero, también, una incapacidad para sostener una relación y establecer vínculos sólidos con otra persona. El fenómeno ‘cookie jarring’ encierra una gran necesidad de sentirse validado continuamente, de sentir que gustamos más allá de lo que sentimos con nuestra pareja. El problema aquí se deriva tanto del miedo a tener momentos de soledad por no saber ni haber aprendido a sentirte a gusto con quien eres si no va acompañado de ese ferviente deseo de recibir, por parte de los otros, validación, adulación o que nos recuerden lo mucho que valemos; como del hecho de dejar toda tu autoestima en manos de los demás”, explican.
“Esto provoca la búsqueda insaciable de iniciar o mantener el contacto con varias personas a la vez para que, en caso de fallar alguna, siempre puedas acudir a otra, bloqueando la posibilidad de que haya momentos de estar a solas contigo misma y experimentar el sentimiento de soledad y malestar asociados al hecho de depender directamente de otras personas para hacerte sentir bien. En definitiva, la persona que practica este fenómeno probablemente tenga dificultades para establecer relaciones basadas en la confianza”.
Lara Ferreiro opina que el miedo a estar solo podría ser una de las razones de esta práctica, pero añade otras posibles causas. “Puede ser que no estén enamorados de su pareja y no se atreven a dejar la relación, que quieran buscar a la “persona de transición o puente” para coger fuerzas para así, poder cortar con su pareja. También puede tratarse de adictos emocionales que no saben estar solos y van de una pareja a otra. Suelen ser personas con muy baja autoestima y sin vida propia. Lo hacen por tener un plan b, si su pareja les deja. Hablamos del ‘benching’, que es la práctica de dejar de enviar mensajes con regularidad a una persona con la que ya has tenido un rollo/aventura. Para no perder la conexión, de vez en cuando escribes a esa persona por si en el futuro quieres retomar las quedadas”, señala Ferreiro, que comenta que en España, casi uno de cada cinco (18 %) de los usuarios de Ashley Madison practican el ‘benching’ con personas que han conocido ‘online’.
El auge del ‘cookie jarring’ viene a hablar del estado actual del mundo sentimental, en el que predomina la cultura del “usar y tirar”, que genera una inmensa inseguridad. “A día de hoy, tener una pareja no es garantía de compromiso ni de permanencia. Los tiempos han cambiado y han transformado ciertos valores como la lealtad, la fidelidad, la generosidad, la admiración, la honestidad, la capacidad de lucha, el esfuerzo y sacrificio por sacar la pareja adelante; que han sido sustituidos por el individualismo, el egocentrismo, la falta de implicación y compromiso en la relación, la facilidad a la hora de dejar a alguien en lugar de intentar conservar a la pareja y esforzarse en apostar por ella, la escasa tolerancia a los problemas, la incomunicación y nula resolución de conflictos, la impaciencia, la gran accesibilidad a poder conocer a otras personas, la independencia o la falta de sentido de la familia como valor», explica el equipo de contenido clínico de TherapyChat liderado por Isabel Aranda, psicóloga sanitaria y ‘Clinical Content Officer’.
María Pasión se refiere al ‘cookie jarring’ como el amante del banquillo, al ser esa persona que recibe llamadas o WhatsApps cuando el titular falla o se lesiona. «Nunca ocupará el lugar del jugador titular, sólo está ahí por si se le necesita y, aunque esto le suponga un grandísimo subidón a quien está en el banquillo, la realidad es que alguien que te busca sólo para una suplencia nunca te podrá dar lo que buscas, pues no eres su primera opción, ni lo serás en el futuro. Este tipo de práctica no es nueva, es más bien más antigua que el mismo amor, y las consecuencias de hacerlo también son conocidas. La persona que lo hace, sabe que está comprometida y no dejará a su amor titular jamás por un amante banquillo. En estas relaciones es clásico que el amante de banquillo no conozca a los amigos, ni a los familiares de la persona que desea. Sus encuentros o llamadas son esporádicas, y nunca pasan de ser citas abruptas que dejan al del banquillo con ganas de más. Mi consejo es que los amantes del banquillo se den cuenta de que están ahí, y corten el patrón siendo jugadores titulares en otro equipo», recomienda.
«También existe una creciente incapacidad para generar vínculos personales estables, en parte por la experiencia de parejas divorciadas y en parte por el aislamiento y déficit en las relaciones que origina el mundo digital. Todo ello nos arroja un panorama verdaderamente desolador, que da lugar a que las personas inseguras, con baja autoestima e incapacidad para crear vínculos estables cuenten con una mayor predisposición a buscar otra segunda opción para, en caso de fallarle la primera, no quedarse solas por el intenso malestar que esto les provocaría. Y, lo más probable es que, una vez opten por esta segunda opción y dejen o sean dejados por la pareja inicial, vuelvan a repetir el ciclo y así vayan encadenando una pareja con otra, convirtiéndolo en un círculo vicioso que les proporcione esa parte de seguridad y estima que necesitan y no saben adquirir por sí mismos. Se ha convertido en su forma de relacionarse”, explica el equipo de TherapyChat para finalizar.