Raro es el día en el que te encuentras a una pareja de ancianos dándose un buen morreo en una calle céntrica a plena luz del día. Muchos, en caso de que eso sucediera, torcerían la vista y harían como que no han visto nada. Nuestra cultura reserva estas simples muestras de cariño a los más jóvenes, como si el afecto fuera su terreno vedado. Penalizamos las arrugas, las manchas en la piel y la acumulación de grasa natural que se produce con el paso de los años. Si un simple beso apasionado nos inspira como mínimo una sensación de extrañeza, ya no digamos una caricia un poco obscena o un comentario picantón; en caso de que se produjera, nos entraría hasta la risa, tomando ese comportamiento como impostado.
Más allá de que el sexo sea un componente esencial en la vida humana, también es un indicativo de buena salud y bienestar si se practica con placer y consentimiento. Por ello, sería lógico que estuviera más normalizado en unas edades en las que precisamente empiezan a flaquear las fuerzas y el inexorable envejecimiento hace estragos, trayendo consigo dolores y enfermedades. También dolores del alma, pues no podemos desdeñar que la población de la tercera edad en nuestro país sigue siendo una de las más expuestas a trastornos mentales como fruto de una soledad indeseada.
«A veces, su comportamiento sexual pasa por una serie de caricias o palabras de afecto. Basta con que se sientan guapos o atractivos»
«Es un hecho más que demostrado que poseer relaciones satisfactorias, ya no solo de pareja o sexuales, sino también de amistad, hace aumentar la esperanza de vida y no solo eso, sino también gozar de una mayor calidad de vida y tener menos probabilidades de enfermedades limitantes». Así resume la necesidad de romper con el tabú José Adrián Fernandes Pires, investigador español especializado en la conducta sexual a edades avanzadas y profesor de psicología en la Universidad Rey Juan Carlos. «Los mayores tienen que intentar combatir ese prejuicio de que no pueden mantener relaciones sexuales, o simplemente tener muestras de cariño con su pareja o con ellos mismos. No deben cohibirse por el simple hecho de considerar que son mayores».
¿Cómo viven la sexualidad los ancianos?
Fernandes Pires es uno de los mayores expertos en la sexualidad de los ancianos de nuestro país, habiendo realizado un montón de estudios con un grueso trabajo de campo basado en las entrevistas personalizadas y cara a cara con mayores, pero también con sus familias y personal de residencias. A su corta edad, admite que empezó a interesarse por el tema mientras trabajaba de camarero y atendía a las conversaciones picantes que sus clientes de avanzada edad tenían sobre sexo en el bar. «Me despertó muchísimo la curiosidad, pues el sexo como tal, sin tener en cuenta la edad, es un motivante a investigar, al igual que lo es el dinero o la espiritualidad», asegura en una conversación telefónica con este diario.
Lo más grave «es que se ven mayores y poco atractivos, por lo que rechazan cualquier pretensión de disfrutar con otra persona»
El interés del profesor no se quedó ahí, sino que decidió focalizar su investigación en el sexo con personas aquejadas por algún tipo de demencia. «Cuando lo presenté, el tribunal me preguntó que cómo podía asegurar el consentimiento en estas personas, lo cual no es una pregunta nada sencilla», admite. «Hay una serie de dilemas éticos bastante grandes. Posteriormente, lo que hice fue hacer prácticas en residencias de ancianos. Recogí el testimonio de las personas que trabajan con ellos y luego fui a los familiares. A partir de ahí, ya empiezo a recabar información sobre el tema».
Entre las anécdotas que destaca, recuerda una especialmente graciosa en la que una mujer no para de insistir a su marido para que se acuesten porque lo considera una muestra de cariño. Lo malo es que, al ser paciente de demencia, se olvidaba de lo que hacía con regularidad, entonces «el marido me decía que no sabía cómo decirle que no, ya que quería hacerlo todo el rato y estaba agotado».
Problemas con la imagen corporal
La sexualidad de los ancianos, aquejados de demencia o no, reúne muchas particularidades. En primer lugar y como es lógico, sus aptitudes físicas están más mermadas que en la gente joven, lo que en ocasiones transforma el acto sexual en gestos de afecto simples y cotidianos. «A veces, su comportamiento sexual pasa por una serie de caricias o palabras de afecto», sostiene el investigador. Lo mismo sucede con la imagen personal que tienen de ellos mismos. «Basta con que se sientan guapos o atractivos», repara el profesor.
«Al final no cuenta tanto el cambio hormonal o el físico, sino que la libido tiene un componente más social o psicológico»
Los problemas sexuales a los que se enfrentan son similares a los que puede tener una persona joven, lo único que cambia es que, con la edad, se recrudecen. Ellas tienen más dificultades para llegar al orgasmo y lubricar, mientras que ellos sufren más de eyaculación precoz o disfunción eréctil. Pero lo más grave, como recalca el experto, «es que se ven mayores y poco atractivos, motivo por el cual rechazan cualquier pretensión de disfrutar con otra persona o vincularse a un nivel más profundo y emocional».
Uno de los mitos más comunes para no mantener relaciones y disfrutar más del contacto físico con los demás es que la libido baja con la edad. «Sí, se producen unos cambios hormonales como fruto de la menopausia, y en los hombres la andropausia», admite Fernandes Pires. «Y eso sí que puede tener unos efectos sobre la líbido, pero al final no cuenta tanto el cambio hormonal o el físico, sino que la libido tiene un componente más social o psicológico, al igual que sucede con las personas jóvenes. Las mujeres, por ejemplo, tienden a engordar más, y aunque esto no tenga limitaciones per se para disfrutar del sexo, sí que tiene implicaciones en la mentalidad de cómo te sientes con tu imagen corporal, que te dé más cosa enseñarlo o que te lo vean los otros».
«Con las viudas sucede que dicen: ‘¿Para qué voy a juntarme yo ahora? ¿Para que le tenga que volver a hacer la comida?'»
No obstante, hay un factor crucial. Cuando se es mayor, ya no existe la presión de tener que echar raíces al lado de otra persona, lo que deja una vía más libre a la promiscuidad, aunque obviamente la edad pesa. Desde el punto de vista cultural, muchas mujeres pueden sentirse más liberadas al haber vivido en una época en la que los cuidados del marido y los hijos quedaban relegados a ella en su mayor parte, lo que les da mucho más tiempo para ellas. «Sobre todo con las viudas sucede que dicen: ‘¿Para qué voy a juntarme yo ahora? ¿Para que le tenga que volver a hacer la comida?‘», asevera Fernandes Pires. «El matrimonio siempre ha sido mucho más beneficioso para los hombres, hasta ahora. Me encontré por ejemplo el caso de una mujer que tenía muy buenas relaciones sexuales con un hombre, estaba muy ilusionada y encajaban perfectamente los dos. Y su hija sospechaba de que quisiera casarse con él».
Cómo prender la mecha
Y es que, a veces, son los ancianos los que acaban enseñando a sus hijos algunos aspectos sexuales que estos desconocen. La película La vida empieza hoy (Laura Mañá, 2010) lo muestra muy bien. Con unas interpretaciones estelares de Rosa María Sardà y Pilar Bardem, actrices por desgracia recientemente ya fallecidas, se dan conversaciones sobre temas como dónde está el clítoris con sus hijos y nietos a través del humor. Por todo ello, hay que estimular a los ancianos para que salgan y conozcan a gente, sin ninguna pretensión.
«Hay una gran carencia de información sobre qué puedes hacer siendo una persona mayor para disfrutar más de la vida y relacionarte con los otros», concluye el investigador. «Sin embargo, hay muchas actividades planteadas desde los ayuntamientos y residencias en los que se realizan talleres de lectura, baile, cerámica o informática a los que pueden acceder estas personas. Pero también faltan cursos formativos sobre cómo vivir la sexualidad: muchas personas piensan que, al tener problemas cardíacos, les va a dar un infarto si se involucran mucho emocionalmente. No hay que dejar de hacer cosas porque piensas que eres mayor. Tienes que pensar en salir y acabar con los estereotipos. Tienes más tiempo libre, te sientes más seguro de ti mismo, sabes lo que quieres más que una persona joven. Y, sobre todo, que las familias no quieran pararlo».