Hay un dicho sobre las citas que sin duda se aplica a los hombres del mundo de la tecnología: «Las probabilidades son buenas, pero los bienes son raros».
Aunque es difícil e injusto generalizar sobre todo un grupo de personas, mi experiencia saliendo con hombres del mundo de la tecnología encaja perfectamente con la frase.
Hasta que conocí a mi prometido hace dos años, salí con varias personas del mundo de la tecnología y observé patrones y excentricidades similares entre ellos. Muchos de ellos parecen enfocar las relaciones como un proyecto de trabajo, no como una relación de pareja. También pueden orientarse tanto hacia los objetivos que no son capaces de reconocer las emociones de su pareja.
Sin embargo, esa misma dedicación y ese mismo comportamiento orientado a los objetivos puede hacer que tu compañero de vida se vuelva una pareja reflexiva y creativa. He aprendido mucho de mis anteriores novios sobre cómo aplicar una mentalidad tecnológica a mi relación de forma saludable. Mi prometido y yo celebramos reuniones trimestrales y fijamos objetivos utilizando jerga empresarial. Es una forma de mantenernos en el buen camino y demostrarnos entre nosotros nuestro compromiso mutuo.
La gente del sector tecnológico parece llevar sus relaciones como si fueran un proyecto
Llevo cuatro años trabajando en el sector tecnológico, dos de ellos como directora de captación de fondos en una empresa emergente, y me he dado cuenta de que este sector atrae a cierto tipo de personas.
La mayoría de las personas que he conocido profesionalmente eran estudiantes de alto rendimiento en universidades notables. Son ambiciosas, objetivas y se esfuerzan sin descanso por alcanzar sus metas. Esta dedicación al crecimiento personal suele extenderse a sus vidas personales, y muchos de ellos se dedican a aficiones desafiantes como correr, escalar o la robótica.
Su enfoque sobre las relaciones no es diferente. Muchas personas con capacidades de alto rendimiento caen en la trampa de tratar sus relaciones como un proyecto que hay que organizar para optimizarlo.
Dos de mis amigos del sector tecnológico que mantienen una relación planean sus días libres en una hoja de cálculo de Excel compartida, reservando pequeños momentos juntos con meses de antelación.
Una vez tuve una cita con un chico que me llamó después para preguntarme por qué las cosas no habían ido a más entre nosotros. Quería discutir quién había cometido qué fallo y qué errores concretos provocaron los déficits en nuestra interacción. Se mostró impasible, como si intentara resolver un problema que no entendía.
Los trabajadores del sector tecnológico no siempre captan las señales sociales
También existe el tópico de que la gente que se dedica al sector tecnológico tiene una inteligencia emocional baja y no es muy madura emocionalmente. Hasta cierto punto, creo que es cierto. Las cualidades que te convierten en un buen empleado tecnológico —o, según mi experiencia, en un empleado de una startup— pueden convertirte en una mala pareja.
Para trabajar en una startup, debes tener una fe inquebrantable en tu idea y persistir a pesar de todos los noes que vas a recibir. Hace falta un cierto grado de ilusión para creer que tu idea es el próximo hito empresarial tecnológico que valdrá millones.
Es difícil dejar de lado ese nivel de persistencia e ilusión cuando se sale con alguien.
Una vez salí a cenar con un chico y se estaba haciendo tarde. Me propuso que siguiéramos con nuestros planes yendo de bar en bar, pero le dije que estaba cansada.
Pensé que era una señal clara de que estaba lista para volver a casa, pero no lo captó y siguió insistiendo: «Vamos a comprarte un Red Bull. Así estarás menos cansada y podremos seguir».
Le seguí la corriente esa noche, pero me di cuenta de que tenía que ser muy directa con él si quería que me escuchara. Y decidí no volver a ponerme en contacto con él.
Los profesionales de la tecnología pueden ser parejas muy consideradas
Pero su afán por conseguir lo que quieren hace que los expertos en tecnología puedan ser increíblemente apasionados e innovadores cuando encuentran una pareja que les interesa.
Hace poco, un amigo me contó su elaborado plan para el cumpleaños de su pareja. Alquiló equipo para pasar un día de playa que terminó con una sesión de fotos al atardecer y una cena a la luz de las velas.
Otro amigo sorprendió a su novia con un NFT personalizado, y otro creó una aplicación que te permite compartir fotos que aparecen como un widget en el teléfono de tu pareja. Al principio la creó para aliviar los sinsabores de su relación a distancia, pero ahora está convirtiéndola en una aplicación de uso público.
Mi prometido y yo utilizamos nuestra mentalidad en el sector para mejorar nuestra relación
He tomado notas de mis compañeros y he empezado a aplicarlas a mi relación.
Mi prometido y yo nos dedicamos a la tecnología, así que cuando empezamos a salir establecimos metas para nuestra relación a las que llamábamos en broma OKR (objetivos y resultados clave). Se trata de un marco común de fijación de objetivos utilizado en el sector tecnológico para establecer metas objetivas y mensurables.
Los utilizamos para decidir los hitos que debíamos alcanzar antes de plantearnos el matrimonio. Eran cosas bastante normales, como conocer a los padres del otro e irnos de vacaciones, pero aplicar una mentalidad tecnológica nos ayudó a sentirnos más seguros, estructurados y en sintonía.
Celebramos reuniones trimestrales de planificación para comprobar nuestros progresos, lo que puede parecer una tontería a quienes no son expertos en tecnología, pero se trata simplemente de aplicar la jerga empresarial al acto de ser conscientes y decididos. Y yo diría que ha funcionado: nos casamos la semana que viene.
Salir con alguien del mundo de la tecnología no siempre es fácil, pero cuando encuentras a la persona adecuada, puedes utilizar tu mentalidad en el sector tecnológico para que tu relación sea un éxito.