Es posible que a lo largo de los últimos meses hayas leído acerca del denominado ‘quiet quitting’, también conocido como renuncia silenciosa, un término que popularizó el usuario de TikTok @zaidleppelin en un vídeo en el que se negaba a tener que ir más allá en su trabajo de lo establecido en su contrato. Es decir: el ‘tiktoker’ se limitaba a hacer lo justo, por lo que poco a poco, sus superiores terminarían por prescindir de él al considerar que no se está esforzando lo suficiente. Más allá de que el término sea ciertamente perverso, pues cumplir con horarios y objetivos sin dejar de lado la vida personal no tendría que ser visto como algo negativo (aunque la cultura del sobre trabajo así lo perfila), no es únicamente en el ámbito laboral en el que este concepto tiene cabida.
De nuevo, fue TikTok la plataforma en la que se extendió esta idea, esta vez de la mano del creador de contenido cómico Daniel Hentschel. “La renuncia silenciosa en una relación es cuando tu pareja decide hacer lo «justito» para que no le dejes. Ha perdido el interés y no quiere ser el que tenga que romper. Está ahí todo el tiempo… sin estarlo en realidad”, dice en el vídeo.
Mariona Gabarra, sexóloga y asesora de Gleeden, aclara que lo primero a tener en cuenta es que no hay que confundir al que pone en marcha el ‘quiet quitting’ con quien jamás ha puesto de su parte en las relaciones y ha tomado siempre una actitud pasiva. “Una persona que hace ‘quiet quitting’ es la que cambia su actitud por completo. Es alguien que estaba volcado en la relación, ponía de su parte y era detallista para de repente, ser lo contrario. Esa persona está dejando la relación de lado, pero pretende que al crear malestar en el otro, sea la pareja quien termine dejando la relación. Esta actitud comienza, en mi opinión, porque hay un problema en la relación”.
En el caso de que notemos que nuestra pareja ha cambiado su actitud… ¿Qué hemos de hacer? Mucho nos tememos que no hay fórmulas ni trucos mágicos: hemos de sentarnos a conversar. “Este comportamiento viene derivado de un malestar, pero quien lo siente no tiene el valor suficiente para poner el problema sobre la mesa para poder así hablar con la pareja y explicar que se le está acabando el amor o que algo está fallando. No es que sean cobardes a la hora de dejarlo, sino a la hora de enfrentarse a los problemas. Hemos de ser nosotros quienes por ello, propongamos sentarnos para poder de esta forma preguntar qué es lo que pasa… Aunque no podemos esperar una gran respuesta de nuestra pareja, porque no ha sabido enfrentarse a lo que le molestaba en la relación”, explica Mariona, que aclara que se trata de patrones de conducta que definen a personas que no han aprendido a resolver conflictos con los demás, algo que puede pasar también ante problemas familiares o de amistad. Hablamos de personas que cuando se topan con una crisis, dejan de involucrarse y esperan a que el tiempo pase.
“No es que sean cobardes, sino que se sienten mal en la relación y dejan que poco a poco todo se vaya terminando… En realidad, ni siquiera esperan que seas tú quien deje la pareja, porque piensan que los conflictos tal vez se resuelvan solos, pero en pareja, esos problemas se suelen resolver cuando uno de los dos zanja la relación. Es importante saber que no enfrentarnos a los problemas simplemente hará que se termine la relación y se generen nuevos conflictos”, aclara.
Es esencial recordar que las relaciones no son lineales y se componen tanto de momentos altos como de situaciones de crisis, por lo que en cuanto notemos que algo falla, hay que hablar con la pareja. Si advertimos que los problemas y las crisis son una constante, entonces tenemos que plantearnos dejar la relación. “A la hora de hacerlo, lo suyo es que en lugar de estar pendientes de que lo deje el otro por miedo a terminar arrepintiéndonos o porque no queramos ser los que de cara a la sociedad seamos los que lo hemos dejado, apartemos tales pensamientos de la cabeza para plantear si la relación resta más de lo que suma», advierte Mariona Gabarra, sexóloga y asesora de Gleeden.
«A la hora de romper, hay dos aspectos esenciales a tener en cuenta. El primero es no dejar dudas a la otra persona y dar respuesta a todo lo que te pregunte, porque es un insulto dejar a una persona con interrogantes a resolver al dejar una relación, pues le va a costar el duelo. El otro asunto a tener en cuenta es que hay que estar alejado de la ex pareja una temporada sin tener contacto en absoluto. La nostalgia estará presente durante como mínimo un año, así que hay que respetar ese espacio y ese tiempo y no tener contacto, porque puedes hacer que el duelo se eternice”, advierte Mariona Gabarra, sexóloga y asesora de Gleeden.
La conclusión, una vez más, es que para tener una relación saludable y superar cualquier conflicto, la comunicación es clave. Del mismo modo que uno de los mayores daños del ‘ghosting’ es que no aporta la clausura necesaria para que el que ha sido “dejado” pueda pasar página, quienes están siendo dejados de forma silenciosa pueden estar también sufriendo al no comprender qué es lo que está ocurriendo y al no entender si su pareja realmente quiere seguir adelante o no. Una de las bases de las relaciones es la reciprocidad, por lo que el ‘quiet quitting’ supone precisamente dinamitar uno de los pilares básicos de la relación.
Ante la renuncia silenciosa en el plano sentimental, la pareja puede decidir hacer lo mismo y dejar de prestar atención, por lo que asistiremos a una dolorosa y lenta muerte amorosa, que no hace otra cosa que forzar a ambos a perder el tiempo. El método de terapia Gottman habla en estos casos de “la cascada de insolación y distancia”, que consiste precisamente en que uno de los dos deje de esforzarse al pensar que a la otra persona no le importa en absoluto ninguno de los esfuerzos puestos en marcha. También puede ocurrir que la pareja, como fórmula de castigo, se niegue a escuchar de forma consciente al otro y se comporte de forma negativa para que la otra persona se dé cuenta de que su pareja está siendo consciente de lo que hace. Por último, nos encontramos con quienes se esfuerzan por intentar reavivar la relación, algo que ante la actitud pasiva del otro, terminará por desembocar en tristeza y frustración.