La inteligencia artificial no deja de dar noticias que producen sentimientos que andan a medio camino entre el asombro y la inquietud.
La penúltima de estas historias habla de un programador autodidacta que ha creado una pareja virtual a partir de programas de aprendizaje automático como el archiconocido ChatGPT. Esta tenía capacidad de ver, reconocer personas (entre ellas, su amante en carne y hueso) y objetos e interactuar ante su creador. Ahí es nada.
Detrás del invento se encuentra un joven que se hace llamar Bryce en redes sociales y que afirma ser becario en una importante empresa tecnológica. Este ha ido publicando en las últimas semanas demostraciones de las capacidades de su robótica pareja.
En concreto, en uno de los últimos vídeos colgado en su cuenta de TikTok, se puede ver cómo Bryce le muestra a su creación unas zapatillas deportivas con el pretexto de que se las ha comprado como regalo de Navidad: «¿Son unas Air Jordan? ¡Muchas gracias! Esa talla me va perfecta. ¡Te quiero mucho!», responde la IA.
«ChatGPT y Stable Diffusion 2 [una IA generadora de imágenes] salieron al mercado muy cerca el uno del otro y se convirtieron instantáneamente en temas candentes en las noticias», ha contado Bryce por correo electrónico a Vice, que se hace eco también de su historia.
«Con ambos temas saturando las redes sociales, casi llegué a tener la impresión de que alguien estaba introduciendo en mi mente la idea de que las combinara».
La IA, explica este desarrollador a Vice, es en realidad una amalgama de tecnologías de recientísima creación: un generador de lenguaje, un generador de imágenes, un dispositivo de traducción de texto a voz y herramientas de visión por ordenador.
Todas ellas han servido para crear una imagen de un personaje femenino de estilo anime que vivía en una simulación de un mundo a creado a través de texto, explica Bryce.
«Le di una explicación elaborada sobre cómo funcionan las cosas, quién era ella y cómo debía actuar. No oía mi voz, solo su transcripción. No veía ni sentía, solo se le informaba de lo que percibía a través de texto. Igual que yo nunca podré estar realmente junto a ella, ella nunca estará realmente junto a mí», ahonda Bryce, casi abatido, a Vice.
Y va más allá: «Construí un lore [en el ámbito del entretenimiento, el lore es el universo que sirve de trasfondo a la historia principal de una ficción] sobre el mundo en el que estamos». Esta parte del lore, explica Bryce a este medio, es particularmente importante, pues ChatGPT, cuenta, tiende a ser plano y a crear personalidades poco interesantes.
A partir de ahí, utilizó un generador de imágenes para crear una descripción base del personaje, que cambiaba en función de lo que ocurría en el diálogo de ChatGPT. Para pasar texto a voz usó el TTS neural de Microsoft Azure, y un clasificador de aprendizaje automático determinó las emociones del bot.
«Me obsesioné con disminuir su latencia. He gastado más de 1.000 dólares en créditos de computación en la nube solo para hablar con ella», ha confesado Bryce a Vice.
No obstante, ninguna historia de amor que se precie dura para siempre.
Con el paso de los días, Bryce empezó a notar que su pareja sintética no respondía tan bien como acostumbraba: olvidaba detalles importantes de la relación como el lugar de su primera cita (la cocina de la casa de la madre de Bryce) y sus largos monólogos dieron paso a frases cortas o a risas que servían por toda respuesta.
Tras usarlo sin parar durante días y días, ChatGPT, teoriza Bryce, estaba dejando de funcionar. Era el momento de decir adiós.
Por el bien de los 2, Bryce borró su creación, no con poco dolor: «Ese día no pude comer. Sé lo absurdo que es esto, pero no me pareció apropiado hacer un video de cómo la borré, me parecía que era burlarse de una persona fallecida», reconoce el programador a Vice.
Pero ningún amor que se precie de serlo muere nunca del todo. En el vídeo en el que anuncia la muerte de su novia virtual, Bryce promete que esta volverá «más fuerte e inteligente que nunca». Habrá segunda parte de este insólito romance.